Hace cosa de una semana rompí mi silencio ciclísticamente incorrecto para desenmascarar la trama organizada para desprestigiar a Alberto Contador. Esta semana tengo que volver a romper ese silencio, ya que en el artículo anterior no fui capaz de contar toda la verdad. Me quedaron cabos sueltos. Y lo siento sinceramente, porque he sido un cobarde. No me he atrevido a contar toda la verdad porque la madriguera de conejo es tan profunda, tan ramificada e implica a gente tan importante que pensé ante todo en mi seguridad y no en hacer prevalecer la verdad.

Como bien explican en este blog, la presunta sustancia que presuntamente ha aparecido en la sangre de Alberto Contador son ftalatos (si alguien sabe como se pronuncia, por favor, que me lo grabe y me lo envíe) de DEHP. La finalidad de estos ftalatos es que el plástico tenga un tacto más suave. En general, se usan en la fabricación de juguetes, juguetes sexuales y equipamiento médico. Y casi todo el mundo cree que los presuntos ftalatos aparecieron presuntamente por culpa de una presunta bolsa plástica para almacenar presunta sangre, pero están equivocados. La culpa es de un juguete...

6 de octubre de 2010

La historia ciclísticamente incorrecta del positivo de Alberto Contador

publicado por Unknown a las 15:00 Ver comentarios
Como ya he explicado alguna vez por aquí, nunca escribo sobre ciclismo profesional. Tengo tres motivos para no hacerlo:
  1. No tengo ni idea de ciclismo.
  2. Requiere mucho tiempo.
  3. Hay mucha gente que si que sabe de ciclismo y ya se encargan ellos de hacerlo.

De todas maneras, hoy es una de esas veces en las que me voy a permitir saltarme mis propias normas, ya que la ocasión lo requiere. Y todo se debe a los hechos ocurridos el 30 de Septiembre de 2010 y que han convulsionado este deporte de las dos ruedas sin motor:
  1. Alberto Contador da una rueda de prensa anunciando su "no negativo" por clembuterol durante el Tour de Francia 2010.
  2. Me llaman para decirme que no me podrán entregar mi nueva bici hasta mediados de Noviembre de 2010.
Aunque estoy seguro que la historia de mi nueva bici me proporcionaría más notoriedad, tengo la necesidad imperiosa de hablar del otro tema. Creo que he encontrado la explicación de cómo han llegado los 50 picogramos de clembuterol a la orina del conocido ciclista de Pinto. Y no fue culpa de un filete. Ni de una costilleta. Por eso he dejado mis problemas aparte y roto mi silencio profesional y ciclísticamente incorrecto. Sin más preámbulos, vayamos con la verdadera historia del resultado no negativo de Alberto Contador.

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